sábado, 2 de febrero de 2008

ROMANCE (Siglo XV - XVI)

De la Batalla de Roncesvalles

Ya comienzan los franceses
con los moros su batalla,
y los moros eran tantos,
resollar no los dejaban.

Allí dijo Baldovinos,
oireís bien lo que hablaba:

-¡Ay, compadre don Beltrán,
mal nos va en esta jornada!

De la sed de mis heridas
a Dios quiero dar el alma;
cansado traigo el caballo,
más el brazo del espada.

Roguemos a don Roldán
que una vez su cuerno taña.,
oír lo ha el Emperador
que allende el puerto cabalga;
más nos valdrá su socorro
que toda nuestra sonada.

- No me los rogueís, mis primos,
que ya rogado me estaba;
mas rogadlo a don Reinaldos
que a mí no me lo retraiga:
ni me lo retraiga aquí,
ni me lo retraiga en Francia,
delante el Emperador,
estando comiendo a tabla,
pues más quiero yo ser muerto,
que sufrir tal sobarbada.

¡Oh malhaya los franceses
de Francia la muy nombrada,
que por tan pocos moriscos
el cuerno tocar mandaban!
Ya desmayan los franceses,
ya comenzaban de huir.
¡Oh cuán bien los esforzaba
ese Roldán paladín!
-¡Vuelta, vuelta los franceses
con corazón a la lid;
más vale morir los buenos,
que deshonrados vivir!

Volviendo van los franceses
con corazón a la lid;
tantos matan de los moros,
que no puede decir.

Por Roncesvalles arriba
huyendo ya el rey Marsín,
caballero en una cebra,
no por mengua de rocin;
la sangre que de él corria
las yerbas hace teñir;
las voces que él iba dando,
al cielo quieren subir:

- Reniego de ti, Mahoma,
cabeza de oro te fiz;
sesenta mil caballeros
a til te los ofrecí;
mi mujer Abraima, mora,
ofrecióte quince mil;
de todos ésos, Mahoma,
tan solo me veo aquí.

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