martes, 12 de febrero de 2008

GUSTAVO ADOLFO BÉQUER

RIMAS III

Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel;

Murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo,
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;

Deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como a través de un tul;

Colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos de Iris,
que nadan en la luz;

Ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;

Memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar;

Actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que lo guíe
caballo volador;

Locura que el espíritu
exalta y enardece;
embriaguez divina
del genio creador...
¡Tal es la inspiración!

Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y entre las sombras hace
la luz aparecer;

Brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel;

Hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el cenit;

Inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir;

Armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás;

Cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal;

Atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción;

Raudal en cuyas ondas
su sed de fiebre apaga;
oasis que al espiritu
devuelve su vigor...
¡Tal es nuestra razón!

Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan sólo el genio puede
a un yugo atar las dos.

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