viernes, 4 de mayo de 2012

ANTONIO MACHADO

En el viejo caserío
-¡oh anchas torres con cigüeñas!-
enmudece el son gregario,
y en el campo solitario
suena el agua entre las peñas.

Como otra vez, mi atención
está del agua cautiva:
pero del agua en la viva
roca de mi corazón.

¿Sabes, cuando el agua suena,
si es agua de cumbre o valle,
de plaza, jardín o huerta?

Encuentro lo que no busco:
las hojas del toronjil
huelen a limón maduro.

Nunca traces tu frontera,
ni cuides de tu perfil;
todo eso es cosa de fuera.

Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.

Si vino la primavera,
volad a las flores;
no chupéis cera.

En mi soledad
he visto cosas muy claras,
que no son verdad.

Buena es el agua y la sed;
buena es la sombra y el sol;
la miel de flor de romero,
la miel de campo sin flor.

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