lunes, 3 de noviembre de 2008

POESÍAS

DESCONCIDOS

Para que el cuerpo oscuro comprendiera
cómo fulge el espíritu, elevé
sobre las sienes espiral altisima.
Y les dije a mis plantas: ¡ascended!
Y para que la mente no ignorara
cómo sufre la carne, un foso abrí.
Y le dije a mi espiritu: ¡desciende!
¡La materia y su angustia están ahi!
No fue jamás el cuerpo hacia las cimas.
El espíritu nunca descendió.
Dos hermanos. ¡El rostro no se vieron!
¡Y el infierno bramaba entre los dos!

EL ÁRBOL QUE NO AMA

Así: vara gramínea que trunca se rompe.
Así: mujer yacente sobre unos fríos paños.
Amor no me inclinaba a rozar tus mejillas
con mis dedos arbóreos.
Los hombres-árboles ignoramos el amor. y soy costra,
raíces, carnario ranúnculo.
Amor no fue. Un instinto vegetal solamente.
Una vaga conciencia de roble flexionándose
sobre algo que fue suyo: las hojas, la seca semilla.
Así rocé tu cuerpo, su lumbre de extinguidos relámpagos,
de rescoldos distantes.
Y te amé, subyacente, como el árbol que no ama.

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