LA AUSENCIA
No tienes quien bese
tus labios de grana,
ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.
No tienes quien hunda
las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.
Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas.
Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.
A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.
Cuando y me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus negros ojos.
Diciendo la copla:
A eso de las cuatro,
como tenía a mi compañerita,
dormía en mis brazos.
viernes, 26 de septiembre de 2008
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