SONETO
Suelta mi manso, mayoral extraño, pues otro tienes tú de igual decoro: suelta la prenda que en el alma adoro, perdida por tu bien y por mi daño. Ponle su esquila de labrado estaño, y no le engañen tus collares de oro: toma en albricias este blanco toro que a las primeras yerbas cumple un año. Si pides señas, tiene el vellocino pardo, encrespado, y los ojuelos tiene como durmiendo en regalado sueño. Si piensas que no soy su dueño, alcino, suelta, y verásle si a mi choza viene; que aun tienen sal las manos de su dueño. |
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