viernes, 23 de septiembre de 2016

LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA


Llevó tras sí los pámpanos octubre,
y con las grandes lluvias insolente,
no sufre Ibero márgenes ni puente,
mas antes los vecinos campos cubre.
Moncayo, como suele, ya descubre
coronada de nieve la alta frente;
 y el sol apenas vemos en oriente,
cuando la opaca tierra nos lo encubre.
Sienten el mar y selvas ya la saña
del Aquilón, y encierra su bramido
gente en el puerto y gente en la cabaña.
Y Fabio, en el umbral de Tais tendido
con vergonzosas lágrimas lo baña,
debiéndolas al tiempo que ha perdido.

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