Llevó tras sí los pámpanos octubre, y con las grandes lluvias insolente, no sufre Ibero márgenes ni puente, mas antes los vecinos campos cubre. Moncayo, como suele, ya descubre coronada de nieve la alta frente; y el sol apenas vemos en oriente, cuando la opaca tierra nos lo encubre. Sienten el mar y selvas ya la saña del Aquilón, y encierra su bramido gente en el puerto y gente en la cabaña. Y Fabio, en el umbral de Tais tendido con vergonzosas lágrimas lo baña, debiéndolas al tiempo que ha perdido. |
viernes, 23 de septiembre de 2016
LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA
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