viernes, 24 de febrero de 2012

ANTONIO MACHADO

La fuente y las cuatro
acacias en flor
de la plazoleta.
Ya no quema el sol.
¡Tardecita alegre!
Canta, ruiseñor.
Es la misma hora
de mi corazón.

¡Blanca hospedería,
celda de viajero,
con la sombra mía!

El acuducto romano
-canta una voz de mi tierra-
y el querer que no tenemos,
chiquilla, ¡vaya firmeza!

A las palabras de amor
les sienta bien su poquito
de exageración.

En Santo Domingo,
la misa mayor.
Aunque me decían
hereje y masón,
rezando contigo,
¡cuánta devoción!

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