Busque tu rama verde el suplicante
para el templo de un dios, árbol sombrío;
Deméter jadeante
pose a tu sombra, bajo el sol de estío.
Que reflorezca el día
en que la diosa huyó del ancho Urano,
cruzó la espalda de la mar bravía,
llegó a la tierra en que madura el grano.
Y en su querida Eleusis, fatigada,
sentose a reposar junto al camino,
ceñido el peplo, yerta la mirada,
lleno de angustia el corazón divino.
Bajo tus ramas, viejo olivo, quiero
un día recordar del sol de Homero.
miércoles, 6 de abril de 2011
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