viernes, 11 de febrero de 2011

ANTONIO MACHADO

Cabeza meditadora,
¡qué lejos se oye el zumbido
de la abeja libadora!
Echaste un velo de sombra
sobre el bello mundo y vas
creyendo ver, porque mides
la sombra con un compás.
Mientras la abeja fabrica,
melifica,
con jugo de campo y sol,
yo voy echando verdades
que nada son, vanaidades
al fondo de mi crisol.
De la mar al percepto,
del percepto al concepto,
del concepto a la idea
- ¡oh, la linda tarea! -,
de la idea a la mar.
¡Y otra vez a empezar!

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