viernes, 8 de octubre de 2010

ANTONIO MACHADO

Sí, cada uno y todos sobre la tierra iguales:
el ómnibus que arrastran dos pencos matalones,
por el camino, a tumbos, hacia las estaciones,
el ómnibus completo de viajeros banales,
y en medio un hombre mudo, hipocondríaco, austero,
a quien se cuentan cosas y a quien se ofrece vino.
Y allá, cuando se llegue, ¿ descenderá un viajero
no más? ¿O habranse todos quedado en el camino?

Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.

¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.

Dices que nada se pierde
y acaso dices verdad,
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá.

No hay comentarios: