viernes, 13 de febrero de 2009

MANUEL MACHADO

VELADA SEVILLANA

Llovió la guitarra
sus notas en medio
de la copla (noche
de mayo). Los nervios
sacudió un terrible
estremecimiento.
La noche y la copla
su verdad dijeron.
Hablaron de sangre,
de amor y de celos;
de dichas perdidas,
de adioses eternos,
de pena y de suerte
negra. Y de ojos negros.
Fulguró la danza
repentino alegro
de llamaretadas,
desmayos y vuelos,
y fué, línea a línea,
momento a momento,
ritmando un poema
de heridas y besos,
que de la gitana
dibujada el cuerpo,
envuelto en el rico
miliunanochesco
mantón de Manila
radiante y grotesco.
Suspiró de amores
el río en su lecho
profundo. Los cables
del barco gimieron
compasadamente.
En brazos del viento,
de los naranjales
y los limoneros
invadió el aroma
palacios y huertos.
La luna a la reja
llegó muy de quedo.
Sevilla y la noche
se dieron un beso.

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