Ande yo caliente, y ríase la gente. Traten otros del gobierno del mundo y sus monarquías, mientras gobiernan mis días mantequillas y pan tierno, y las mañanas de invierno naranjada y aguardiente, y ríase la gente. Coma en dorada vajilla el príncipe mil cuidados como píldoras dorados; que yo en mi pobre mesilla quiero más una morcilla que en el asador reviente, y ríase la gente. Cuando cubra las montañas de plata y nieve el enero tenga yo lleno el brasero de bellotas y castañas. Y quien las dulces patrañas del rey que rabió me cuente, y ríase la gente. Busque muy en hora buena el mercader nuevos soles; yo conchas y caracoles entre la menuda arena, escuchando a Filomena sobre el chopo de la fuente, y ríase la gente. Pase a media noche el mar, y arda en amorosa llama Leandro por ver su dama; que yo más quiero pasar de Yepes a Madrigar la regalada corriente, y ríase la gente. Pues Amor es tan cruel que de Píramo y su amada hace tálamo una espada, do se junten ella y él, sea mi Tishe un pastel, y la espada sea mi diente, y ríase la gente. |
viernes, 30 de diciembre de 2016
LUIS DE GONGORA
viernes, 23 de diciembre de 2016
viernes, 16 de diciembre de 2016
LOPE DE VEGA
Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
y la cándida víctima levanto,
de mi atrevida indignidad me espanto,
y la piedad de vuestro pecho admiro.
Tal vez el alma con temor retiro,
tal vez la doy al amoroso llanto;
que, arrepentido de ofenderos tanto,
con ansias temo y con dolor suspiro.
Volved los ojos a mirarme humanos;
que por las sendas de mi error siniestras
me despeñaron pensamientos vanos.
No sean tantas las miserias nuestras
que a quien os tuvo en sus indignas manos
vos le dejéis de las divinas vuestras.
viernes, 9 de diciembre de 2016
viernes, 2 de diciembre de 2016
LOPE DE VEGA
Pastor, que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño; tú, que hiciste cayado dese leño en que tiendes los brazos poderosos; vuelve los ojos a mi fe piadosos, pues te confieso por mi amor y dueño, y la palabra de seguirte empeño tus dulces silbos y tus pies hermosos. Oye, Pastor que por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres; espera pues, y escucha mis cuidados; pero ¿cómo te digo que me esperes, si estás para esperar los pies clavados? |
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