viernes, 31 de enero de 2014

ANTONIO MACHADO

SIESTA (En memoria de Abel Martín)

Mientras traza su curva el pez de fuego,
junto al ciprés, bajo el supremo añil,
y vuela en blanca piedra el niño ciego,
y en el olmo la copla de marfil
de la verde cigarra late y suena,
honremos al Señor
-la negra estampa de su mano buena-
que ha dictado el silencio en el clamor.
Al dios de la distancia y de la ausencia,
del áncora en el mar, la plena mar.
Él nos libra del mundo - omnipresencia-,
nos abre senda para caminar.
Con la copa de sombra bien colmada,
con este nunca lleno corazón,
honremos al Señor que hizo la Nada
y ha esculpido en la fe nuestra razón.

viernes, 24 de enero de 2014

A DOS CUERPOS


viernes, 17 de enero de 2014

ANTONIO MACHADO

¡Oh Tiempo, oh Todavía
preñado de inminencias!,
tú me acompañas en la senda fría,
tejedor de esperanzas e impaciencias.

¡El tiempo y sus banderas desplegadas!
(¿Yo, capitán? Mas yo no voy contigo.)
¡Hacia lejanas torres soleadas
el perdurable asalto por castigo!

Hoy, como un día, en la ancha mar violeta
hunde el sueño su pétrea escalinata,
y hace camino la infantil goleta,
y le salta el delfín de bronce y plata.
La hazaña y la aventura
cercando un corazón entelerido.
Montes de piedra dura
-eco y eco- mi voz han repetido.
¡Oh, descansar en el azul del día
como descansa el águila en el viento,
sobre la sierra fría,
segura de sus alas y su aliento!
La augusta confianza
a ti, Naturaleza, y paz te pido,
mi tregua de temor y de esperanza,
un grano de alegría, una mar de olvido.

viernes, 10 de enero de 2014

EN LA LLEGADA


viernes, 3 de enero de 2014

ANTONIO MACHADO

ÚLTIMAS LAMENTACIONES DE ABEL MARTÍN
(CANCIONERO APÓCRIFO)

Hoy, con la primavera,
soñé que un fino cuerpo me seguía
cual dócil sombra. Era
mi cuerpo juvenil, el que subía
de tres en tres peldaños la escalera.
Hola, galgo de ayer.(Su luz de acuario
trocaba el hondo espejo
por agría luz sobre un rincón de osario).
¿Tú conmigo, rapaz?
Contigo, viejo.
Soñé la galería
al huerto de ciprés y limoneros;
tibias palomas de la piedra fría,
en el cielo de añil rojo pandero,
y en la mágica angustia de la infancia
la vigilia del ángel más austero.
La ausencia y la distancia
volví a soñar con túnicas de aurora;
firme en el arco tenso la saeta
del mañana, la vista aterrdora
de la llama prendida en la espoleta
de su granada.